Berrinche, entendiendo el porqué y su solución

Entendiendo a un niño haciendo berrince y soluciones


“Por favor ponte los zapatos que ya nos vamos” Nadie podría creer que esta simple frase sería un detonante para que un niño pase una hora de su día, en medio de gritos, lágrimas y una crisis emocional fuerte.

Sin embargo, todas las mamás y papás sabemos que este es uno de los temas que resulta más desafiante a la hora de educar niños. Y, en la mayoría de estos casos, nosotros, como adultos, nos encontramos ante la desesperación, la frustración y la angustia, de, por un lado, necesitar que nuestro hijo haga lo que le estamos pidiendo y por el otro, de terminar con esa explosión de sentimientos que nadie puede parar.

En este artículo veremos qué pasa en el cerebro de un niño (y de un adulto) en medio de una emoción tan intensa y sobre todo, poder dar algunos tips prácticos de lo que sí puedes hacer en esos momentos de berrinches y las crisis emocionales por las que pasan.
 


Un berrinche, ¿Qué es?


Un berrinche es una reaccion emocional intensa y descontrolada que experimentan los niños, generalmente entre el primer año y los cuatro años de edad. Pueden manifestarse de diversas formas como: llanto, gritos, pataletas, golpes e incluso lanzar objetos.

Hoy, gracias a investigaciones enfocadas en conocer más el cerebro y su relación con la conducta infantil, sabemos a través de autores como el Dr. Daniel Siegel, que nuestro cerebro tiene la tarea principal de protegernos y de ayudarnos a sobrevivir.

Por esto, muchas de las conductas «no deseadas» en los niños, primero, son perfectamente normales para su edad de desarrollo y segundo, muchas veces son el resultado de su temperamento junto con la manera de como funciona su cerebro.


Siguiendo esta línea de pensamiento, hoy sabemos que estos ataques de ira, sobre todo aquellas rabietas o berrinches en niños de 1 a 2 añosson   comportamientos producidos por la inmadurez que aún presenta el cerebro de los menores.

Además, como explica Siegel, en todos los seres humanos, las explosiones de conducta son el resultado de un cerebro que está en alerta o «explotado» (el término que usa en inglés es flip the lid), como si tuviera una sobrecarga sensorial.


Los niños pequeños todavía están aprendiendo a expresar y manejar sus emociones. Cuando se sienten frustrados, cansados, hambrientos o simplemente no consiguen lo que quieren, pueden desencadenar una rabieta como forma de comunicar su malestar.

Además, a esta edad, su capacidad para regular emociones y tolerar la frustración está en pleno desarrollo, lo que puede exacerbar la intensidad de sus reacciones.


Adicionalmente, como nuestro cerebro está programado para sobrevivir, durante esta situación que percibe como emergencia, la parte lógica y racional (el lóbulo prefrontal) deja de funcionar, porque en ese momento, no necesitamos reflexionar, necesitamos sobrevivir. Por lo tanto, en los momentos del caos nadie (ni tu hijo, ni tú) está pensando con claridad. ¿El resultado? Gritos, golpes y ‘sombrerazos’ de las dos partes que están buscando sobrevivir.

Aquí es donde más comúnmente tendemos a amenazar, castigar, decir cosas de las que después nos arrepentimos o incluso dar una nalgada: nuestro cerebro está realmente desconectado.

 
Un niño haciendo berrinche con su papa

 

Respira profundo ante la rabieta del pequeño 


            Lo primero es entender que tu hijo no hace estos corajes porque quiera molestarte o porque te está retandoya te tomó la medida. El momento de los ataques de enojo y las crisis de tu hijo no es más que la respuesta de su cerebro a un estímulo que él no puede controlar y la única manera en la que puede responder es desbordándose. La corteza prefrontal, que es la encargada de la parte racional del cerebro, termina de desarrollarse aproximadamente a los 25 años, por lo tanto, tu hijo todavía tiene un largo camino que recorrer para lograr la autorregulación.

Aquí, el problema, es que tu hijo necesita de un adulto que esté perfectamente regulado y calmado que le enseñe algunas estrategias para poder calmar su cerebro en estos momentos, y, después, darle sentido a lo que pasó ofreciéndole maneras más adecuadas de responder ante algo que él percibe como una amenaza.

Entonces, el mensaje es para ti. Tú necesitas ser ese adulto regulado y aprender herramientas para ti mismo que te ayuden a estar en calma y poder responder en lugar de reaccionar cuando una amenaza (como un berrinche de tu hijo) pasa. Sí, siempre se empieza por nosotros. Y muchas veces no tenemos esas herramientas. Recordemos que también nosotros tenemos nuestros propios enojos.
           
Cuando pase una explosión de emociones negativas, lo mejor que puedes hacer es primero calmarte; presta atención en ayudar a tu propio sistema nervioso central para que llegue a la calma y desde ahí, poder ayudar a tu hijo.

 

Consejos especialistas para estas crisis de los niños


A continuación te daré algunas herramientas prácticas y concretas de cómo enseñar a tu hijo a tranquilizarse en estos momentos. Recuerda que siempre es importante empezar por ti, así que te invito a practicarlas tú primero e integrar la que más te funcione en tu rutina de todos los días.

 

Mantén la calma:

PARA, literalmente para todo lo que estás haciendo a través de una respiración o tomarte dos minutos (si la situación lo permite) para alejarte y hacer espacio antes de responder. Los ataques de ira pueden ser muy frustrantes, pero si te dejas llevar por la ira o desesperación del momento, la situación solo empeorará y es probable que el berrinche dure más de lo deseado.

Cambia tu diálogo interno:

Puedes usar alguna frase o mantra para ese momento como “no es una emergencia” “es solamente un niño” “no es contra mí” para tratar de separarte de la situación y poderlo ayudar en lugar de unirte a su caos. El control de su comportamiento dependerá del tuyo.

No hables, actúa:

Baja a su nivel y aplica la contención física y conexión (con un abrazo o consuelo). Si te está pegando o aventando algún objeto, debes pararlo y literalmente quitarle de la mano lo que esté aventando.

Físicamente, tienes que parar la situación. Si decides ignorarlo, probablemente el momento de descontrol del pequeño se hará mucho más grande porque será como una bola de nieve que después, no podrás parar.

Establece límites claros:

Si la rabieta es debido a que no está obteniendo algo que quiere, mantén el límite firme y claro pero de manera tranquila y amable. No es el momento de dar grandes sermones, solo puedes decir “Sí, ya sé que quieres ese juguete y hoy no lo voy a comprar”. Explícale de manera firme, pero tranquila por qué no puede conseguir lo que desea en ese momento.

Enfócate en lo que sí puede hacer:

Puedes redireccionar su conducta y dejar de hablar solo de lo que no puede hacer o lo que está haciendo mal. “Hoy no te voy a comprar el juguete, pero podemos tomarle una foto o apuntarlo en una lista para que lo pidas de tu cumpleaños” “Aquí, en medio de la sala, no puedes jugar con la pelota, pero te acompaño al jardín para que juegues ahí”. Dale alternativas que sean lógicas y viables a lo que sí puede hacer.

Hablen de lo que pasó:

La parte más importante de un ataque de ira es ayudarle a tu hijo a aprender diferentes formas de comunicarse. Sin embargo, en medio del caos, no es el momento de tratar que aprenda algo. Después, cuando ya todos estén tranquilos, habla con él de lo que pasó.

Platiquen de la situación, de cómo se sentían, de lo que pasó y sobre todo de lo que pueden hacer diferente la próxima vez que una situación similar se presente.

Decir algo como “Entiendo que estabas frustrado porque no puedes tener ese juguete” le ayuda a sentirse comprendido y le enseña a identificar y gestionar sus emociones de mejor manera.

Enseña técnicas de regulación emocional:

Como parte de tu día, cuando estés tranquilo, puedes enseñarle técnicas para calmarse cuando se sienta abrumado por las emociones.
 

Técnicas, materiales y terapeutas de apoyo en estas situaciones

 

La mejor técnica es la respiración porque es la que llevamos a todos lados. Hay ejercicios de respiración muy sencillos para niños, como pretender oler una flor (inhalar) y luego imaginar que está apagando las velitas de su pastel (exhalar).

Hay muchos libros y cuentos infantiles que enseñan estas técnicas. Algunos de mis favoritos incluyen los escritos por el Dr. Christopher Willard, psicólogo de la Universidad de Harvard, que se dedica a escribir libros de Mindfulness para niños y adultos.


Es importante recalar, que algunos de los trastornos de desarrollo en los niños incluyen rabietas que están fuera de toda proporción.

Si sientes que los momentos de ira de tu hijo no son algo “normal” como parte de su desarrollo o si en duración e intensidad son excesivos e intervienen con su funcionamiento diario o el de la familia, consulta a un experto de desarrollo infantil como un psicólogo para niños, paidopsiquiatra o especialista en neurodesarrollo.


Los berrinches son parte normal del desarrollo infantil, pero eso no significa que debamos resignarnos a ellos. Con paciencia, empatía y una estrategia, podemos ayudar a nuestros hijos a aprender a manejar sus emociones de manera más efectiva, sentando las bases para un crecimiento emocional saludable.

Recuerda que cada niño es único, así que sé paciente y experimenta con diferentes enfoques hasta encontrar lo que funcione mejor para ti y tu hijo en esos momentos difíciles y explosivos.


Escrito por Susana Vega, Especialista en Asesoria en Crianza de nuestra red experta Redtera.